domingo, 15 de noviembre de 2015

BEHOBIA POR LOURDES (MI CLUB Y SI QUIERES TAMBIÉN EL TUYO)

Behobia 51
Club Atletismo Las Tablas. Mi club y si quieres, también el tuyo.
Lourdes Agüero

No sirve de consuelo a los que querían al joven que se dejó la vida en la meta de la pasada Behobia – San Sebastián, el pensar que murió haciendo algo que le gustaba. Durante días, meses, años, la sola mención de ese barrio de Irún les provocará rechazo, dolor y odio.
Con poquito odio y cada vez más devoción me enfrenté a esta dura prueba, animada por el espíritu bala verde que hace que una realmente crea que puede conseguir algo en esto del running, y promovida en plan excursión dominguera por  uno de los corredores del club que ya es veterano participante de ediciones anteriores. En San Sebastián, ciudad con entorno, playa y paisaje de lujo nos citamos varios para acabar ahítos de pintxos y brebajes deliciosos, buen acopio para lo que nos esperaba horas después…
¿Y qué nos esperaba? Una salida en un en
torno bucólico, al lado de un río de márgenes estrechos aquí y anchos en su llegada al mar, rodeado de columpios, jardincitos y el barrio entero echado a la calle. Las pancartas de colores tipo manifestación avisaban a los corredores en qué lugar debían ubicarse para tomar la salida. La organización, inflexible en este punto para evitar aglomeraciones y demostrar que caben 33000 participantes en una carrera que es probablemente la de mayor tradición en toda España. Raphael y su gran noche, qué pasará, qué misterio habrá en una sensación de nervios y emoción contenida por compartir con desconocidos las ganas de sentirse bien y probarse una vez más, aunque las circunstancias fueran más idóneas para estar en una terraza tomando el aperitivo que corriendo a desniveles en el terreno de 190 metros a 27º de temperatura. En esos momentos, mejor no mirar al termómetro y dedicarse a agradecer los ánimos de la gente, chocar las manos de los niños y arrancarse al ritmo del DJ del km 8, la furgoneta heavy del 14 con bandera pirata incluida y los jóvenes tocando tambores del 20.
La llegada a la meta rodeada de arcos de triunfo, la megafonía que lee mi nombre como si fuera el único, el caldo Aneto que no falte,  la playa de la Concha y sus aguas congeladas para dar contraste a mis cargadas piernas, la sidrería que nos acoge a lo grande para reponer fuerzas y los amigos encantados con el esfuerzo realizado.
No cabía un alma y sin embargo, para haber tenido la felicidad completa, que un corredor de 31 años hubiera vivido para conocer a sus nietos y que vosotros hubierais estado allí también, amigos del club que nos apoyasteis en la distancia y con los que, en cuya compañía, correr no es solo correr.

1 comentario:

  1. Todos podemos añadir muchas más cosas a lo ya escrito aquí, pero en síntesis y en lo que a mí respecta, yo aporto cuerpo y mente para correr; los ánimos y el espíritu son del Club y de todos sus integrantes. Gracias.

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